Welcome to my world, where everything is a SHIT.

Se suponía que las reglas eran claras, al amanecer, todo tendría su fin; pero nunca logró levantarse sin esperar a que él, esa vez, tuviese la sutileza de quedarse un día más. Sólo un día más. Era tan jodidamente especial que cada segundo a ras de su piel fuera un beso más ante su despedida. Y sólo se alimentaban de eso, porque era ridículo pensar que él no volvería a irse, y que ella no volvería a esperar a quién sabe quién en su cama.